XXII “Detrás del nombre hay lo que no se nombra” --- J.L. Borges ---
¿Conoces el silencio del silencio, esa oscuridad absoluta que te carcome, desde dentro y hacia fuera, dejando en tu carne la no existencia de un cuerpo a tu lado?
Ni libre ni ocupada, sino como yo quiero. Me he perdido entre tanto mar y océano, ya no caben mis libros que coloco para que reposen sobre mi cabecera, a veces me dan pena, esperan tantas horas, tantos días, para que mis manos, tan libres y ocupadas, tan deseosas como ingratas, los tomen, los llenen de caricias, los arrullen en las cunas de mis cinco dedos. Casi no tengo tiempo, aunque escucho o aparento que oigo ciertos reclamos: ¿Qué haces, por qué no vienes, por qué no llamas? O que tal la lista interminable: olvidaste aquello, perdiste esto, se quemó el guiso, ya no hay ropa limpia en la gaveta... en fin...me falta tiempo para muchas cosas que deseo con todas mis arrugas y canas realizar con esmero. El reloj en precisa retirada, detrás de sus manecillas disparejas, al final del día, cuando mi cansancio me ordena irme a entretener con el noticiero de las seis, me va dictando lo que queda pendiente: visitas aplazadas, promesas hechas bajo juramento y que olvido como siempre, como olvido mis películas favoritas de amor y suspenso...como olvido, bajo mi responsabilidad y voluntad propia, la existencia de mis honorables enemigos, que en tóxicos días me causaban miedo, dolor y amargura, aunque hoy, a forzadas y duras penas reconozco su labor benéfica al hacerme razonar sobre lo que realmente disfruto más hacer. Libre u ocupada, radiante o melancólica, lo que más hago, señores, es vivir, por eso no me queda tiempo de nada.
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